Límites y extremos del arte

(Publicado por La Revista Ecléctica N 11, Abril 2008)

Están quienes aun debaten sobre el fondo del arte. Mejor dicho: una parte de la sociedad se niega a reconocerle estatus artístico a manifestaciones cuyos soportes se salen de los medianamente reconocidos.

Por otro lado hay obras con recursos o técnicas tradicionales pero que abordan temáticas escandalosas, o ridiculizan instituciones, generando tensiones y polémicas.

La moral por debajo o por encima del arte.

Ya Duchamp, hace 91 años, con La Fuente, refundo la plástica señalando el camino contemporáneo y la expansión de sus límites.

Pero cuando el límite, deja de recorrer posibilidades externas y se vuelve sobre el artista, sobre los cuerpos, aparece una endo-intro-antropo-nosequé desafiando el nivel de tolerancia social. En 2007 hubo un debate muy potente sobre la obra de Habacuc, quien aparentemente habría matado un perro como parte de su exposición. Los defensores de los derechos animales contra los librexpresionsitas libraron una batalla bloguera de dos posturas políticamente correctas.

Volviendo al cuerpo, ya décadas atrás Marina Abramovic se había infringido grandes lesiones en el vientre para luego acostarse sobre barras de hielo hasta que el público decidió intervenir evitando su muerte.

La cosa se pone –literalmente- peluda o fea (depende de como se la mire) si hablamos de Rudolf Schwarzkogler miembro del grupo de accionistas vieneses, quien podría (no hay acuerdo sobre la cuestión) haberse cortado el pene en una performance. De todo, menos pajero.

Acelerando la máquina del tiempo, todos los limites se vieron superados después de que algunos artistas que utilizaron cadáveres en sus acciones quedaran opacados por los miembros del grupo de shock art chino.

Yuan Cai y Jian Ji Xi han hecho proyectos corriendo desnudos por Londres con un oso de peluche, o permaneciendo desnudos a bajas temperaturas. Parece una frivolidad, pero Cai pasó 3 años preso por escuchar Simon & Garfunkel. De ahí su posición política.

De las imágenes de este grupo, las más horrorosas pertenecen a Zhu Yu un artista chino que en una bienal se comió un feto humano, cocinado, en su intervención. Hoy vende cuadros versionando esas acciones que recorrieron el mundo en un informe de la BBC y puede presumir con haber empujado los límites del arte hasta sacarlos fuera. O dentro. Muy dentro.-

Comentarios