Megamuseos del Siglo XXI

(Publicado por La Voz del Interior el 17.04.07)

En ¿Quien le teme al Bauhaus feroz? el autor Tom Wolfe se pregunta, cómo fue posible que movimientos arquitectónicos despojados y elementalistas, exportados de la devastación europea, triunfaran en un país como Norteamérica, cuna del exhibicionismo fanfarrón, la opulencia y la desmesura.

Wolfe no sabía que el nuevo siglo traía una venganza yanqui, nada menos que de la mano de los megamuseos. Aquellas cucharadas de arquitectura impersonal digeridas por el pueblo estadounidense, y pagadas por la burguesía hasta mediados del SXX, se revertirían con la exportación de un modelo museístico exuberante que signaría a cualquier ciudad con pretensiones de destacarse.

Con ancestros como el Museo Guggenheim del arquitecto Frank Lloyd Wright en New York (1943), o el Centro de Arte Contemporáneo Pompidou de Renzo Piano y Richard Rogers (1977), los museos y centros de arte contemporáneo han ido cobrando protagonismo, hasta convertirse en las nuevas catedrales del siglo XXI. Ya no está claro si la función del museo “adquirir, conservar, investigar, y exhibir”, en este caso arte, es una prioridad. Tal vez el valor turístico sea una marca emblema para ciudades envueltas en una crisis de personalidad, que se regeneran, buscando una identidad acorde con los tiempos que corren.

El referente por excelencia es el Guggenheim de Bilbao. Se trata de un delirante y potente edificio del arquitecto Frank Gehry terminado en 1997. Esta obra disparó el concepto de ciudades refundadas desde el turismo cultural, (antes era una ciudad industrial) y dio comienzo a la saga de grandes envoltorios arquitectónicos donde las obras exhibidas en el interior quedan en un segundo plano. Inclusive, son las arcas que financian (y luego deben sostener) el emprendimiento las más resentidas. Tal vez estos nuevos museos sean la caja de resonancia de una industria de fuerte valor agregado, como son los viajeros de las bellas artes, lógicamente con un billetera que “mata galán”. El museo de Bilbao costó cerca de 150 millones de euros entre puesta en funcionamiento y obra. Pero en menos de ocho años hizo facturar a la ciudad 1300 millones. Y levantó el nivel y flujo de asistentes del museo de Bellas Artes local.

Dándole la razón a Wolfe, Thomas Krens, el polémico director general de la Fundación Solomon Guggenheim, tambien responsable de su política de expansión, dice que el nuevo edificio, a construirse en Abu Dhabi será “faraónico” y considera que “es importante impresionar”. ¿Qué debe tener un museo de su fundación? “tecnología, cosmología, ciencia y religión, todo en uno. Impresionante”. Por momentos, parecen los dichos de un entrenador de football americano.

Colosos que se multiplican y exhiben

De estos nuevos colosos encargados de defender la imagen de sus ciudades en la globalidad, se puede hacer una lista internacional extensa, que seguramente terminará con el Nuevo Louvre de Abu Dhabi, obra que emplazará Jean Nouvel en Al Saadiyat, ciudad de los Emiratos Árabes Unidos. El proyecto cuenta con un acuerdo de mil millones de euros y no pocas protestas en Francia. Nouvel, su arquitecto, medirá fuerzas con Frank Gehry (encargado del Guggenheim mencionado por Krens) y la radical Zaha Hadid, a cargo de un complejo teatral.

Tal vez España sea uno de los países que más uso y abuso hizo de “las catedrales del Siglo XXI”. Tiene al flamante MUSAC, (2005) que se define como un espacio “de actitud optimista”, para albergar “una diversidad de experiencias artísticas”. Caracterizado por una arquitectura de vidrios coloridos y hormigón generoso, fue diseñado por el estudio Mansilla & Tuñón. Contó con una inversión de 35 millones de euros. Su director es el famoso curador Rafael Doctor, y sus catálogos son exquisitos. Otra enormidad de difícil digestión es la Ciudad de las Artes de Valencia, obra de Calatrava. Una perlita es el MARCO de Vigo (2002) ubicado en Galicia, de carácter más modesto y ortodoxo. Está emplazado en una vieja cárcel y ha conservado su carácter panóptico. Otros súper-espacios de exposición (entendidos en el doble sentido, de salas, y de vitrina mundial) son el remodelado Prado de Moneo (más de 150 millones de euros en mejoras y 20.000 mts2), y el update del Reina Sofía, de 2004, con 15.000 mts2. Ambos integran un circuito que recibe 5 millones de turistas, con entradas de 6 euros cada museo.

Además de España, con el título “Museos del Siglo XXI / Conceptos, Proyectos, Edificios” se ha generado una exposición que dará la vuelta al mundo en varios años exhibiendo obras de, los hoy llamados, starchitects. Estos, por cierto, sienten debilidad por mojones urbanos como puede ser un centro contemporáneo. Entre los autores están Tadao Aando, Shigeru Ban, Peter Cook, Colin Fournier, Zaha Hadid, Daniel Libeskind, Renzo Piano, y Frank Ghery. Cada proyecto, sin importar la nacionalidad, pareciera superar los límites de la ciencia ficción, la modernidad y la sofisticación de los materiales.

Los curators también miran con entusiasmo la caja y el contenido de la Tate Modern, situada en el corazón de Londres es una referencia ineludible por su colección (moderna, desde 1900 a esta parte), su edificio (una vieja central eléctrica reciclada) y sus exposiciones temporales en la sala de las turbinas por donde han pasado los grandes contemporáneos y ahora cuenta con una intervención de Doris Salcedo. Recibe 4 millones de visitantes al año, lo que la coloca entre los museos modernos más visitados del mundo. Actualmente se espera que entre en remodelación, de la mano de los arquitectos suizos Herzog & de Meuron con un presupuesto de 300 millones de euros, o más.

(Continua en Vacas gordas y Museos nuevos en Argentina)


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