(Publicada por La Voz del Interior, en el Suplemento Cultura, el 28/07/2008)
El gigante oriental está convulsionado. Las olimpíadas chinas, que comenzarán a las 8 horas, 8 minutos, el día 8 del mes 8 de 2008 (sí, el número ocho es considerado cabalístico en el país asiático) han motorizado todo tipo de gestiones en
La producción de estos artistas, en su mayoría jóvenes, sumamente heterogénea en cuanto a estéticas y soportes, abarca desde fotografía, escultura o instalación, hasta la performance.
El arte chino actual sigue siendo una ensalada (tal vez un chop suey) que sabe a pop, crítica política, o poética cuyo exotismo cautiva al ojo occidental. Un ojo proclive a valorar, por un lado, el sencillo trazo de un ideograma y, por otro lado, la estética postdecorativa multicultural china. Lo que queda latente, es la palpitante promesa de excelente réditos económicos para los inversionistas que opten por la tercer potencia artística del mundo. Rango al que el monstruo asiático accedió luego de haber desplazado, nada menos que a Francia.
Los primeros en aprovechar esta ola han sido los coleccionistas y multimillonarios orientales, compradores excluyentes de arte de ese hemisferio. Ellos consiguieron que los artistas jóvenes abandonen la marginalidad, para transformarse en estrellas pop de obras escoltadas por seis ceros. El valor de las piezas a la venta se ha multiplicado por sí mismo varias veces, provocando que un galerista dijera “Si no hubiéramos vendido nada durante estos cinco años, ahora seríamos multimillonarios". El autor de la frase vendió una obra china por 22.000 dólares y poco después vio como se subastaba en EEUU por 300.000. Magia china, o snobismo niuyorkino.
Detrás de cierto silencio exótico que marca la obra de alguno de sus referentes, aparece el estrépito de obras colosales influidas por el realismo socialista, la cosmogonía oriental, todo barnizado por una paleta potente. Tal vez el vector que atraviesa toda la producción es una reflexión sobre la violencia con que el consumo mercantilista, y su estética de marketing visual, golpéa la ancestral construcción cultural del pueblo chino. Una vasija antiquísima intervenida con el logo de Coca-Cola, o nueve coches suspendidos del techo de un museo son dos metáforas de una única sublevación estética. La misma sublevación que plantea el performer Zhang Huan al masticar antiguas fotografías suyas, donde familiares en blanco y negro son incorporados y deglutidos, como el pasado y las tradiciones, en el mismo acto.
A continuación, siguiendo la cábala, una caprichosa lista de 8 artistas chinos y sus señas particulares. (Lo de caprichosa, va porque la república amarilla ostenta 36 artistas entre los 100 más cotizados del mundo)
(Sigue en 8 Artistas Chinos 8)
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