La carta magna de la humanidad

(Publicado por La Voz del Interior, en la sección de opinión, del día 22/11/2008)


Los primeros días de noviembre, durante el Festival de danza Pulso Urbano, unas personas, unos bailarines, contrastaron sus cuerpos en movimiento con el paisaje edilicio compuesto por la urbanidad que otras personas han ido erigiendo.

La arquitectura de la ciudad enmarcó el movimiento corporal en la calle, en una plaza, en la vereda de un bar. Todos los ciudadanos de a pié fuimos representados por individuos danzantes, por bailarines reclamando un momento de protagonismo en la cotidianeidad de la masa móvil constituida por la población. Un instante de disonancia para efectuar un señalamiento: ésta es una persona inmersa en la humanidad, y ésta ciudad, sus calles, autos y espacios públicos son una dinámica metáfora del progreso, de lo que podemos hacer juntos.

Dentro de una constante coreografía colectiva, los bailarines redujeron esa distancia entre un hombre y la humanidad, entre uno y todos. Se trataba de una hormiga, en un ejército de hormigas marchando rítmicamente, que comenzó a bailar su propia melodía.

Sobre las hormigas

Las ciudades y los hormigueros son exactamente lo mismo. Mientras cada uno de nosotros desconoce como un celular se conecta con el otro, desde donde atienden los empleados de los call centers, o cómo llegan las municiones del metrallista parapetado dentro de las cabinas de cospeles siga, como un croupier, abasteciendo de pasajeros a los colectivos, alguien sí sabe la fórmula secreta de un café bien tirado, pero no puede hacer una medialuna. Otro tipo sí conoce cuántas fetas de jamón hacen una buena mafalda, pero es incapaz de identificar la usina productora de los diarios que acompañan su desayuno. Por consiguiente, cada ciudadano sólo hace su parte y todas las partes establecen el pulso de este panal.

Al igual que las temitas, las abejas, u otros insectos sociales, las hormigas dominan el planeta –mirado en términos de la evolución- desde tiempos remotos. Con más de 10.000 especies, su éxito global (prácticamente están en todo el planeta) se basa en la inteligencia colectiva, o en la lógica de enjambre. Cada insecto interpreta una limitada cantidad de datos elementales, pero miles de trabajadores al unísono, consiguen calcular matemáticamente cuál es el camino más corto hacia el alimento. También, mediante un laborioso informe topográfico, detectarán cuál es la forma más accesible. Inclusive, a través de una compleja obra de ingeniería, almacenarán en cámaras subterráneas las hojas que han cosechado y, dichas hojas producirán un hongo que servirá para alimentar varias generaciones de la comunidad. El hormiguero tendrá defensas, sistemas de seguridad, cementerio y basurero, siempre en lugares estratégicos para que no afecten las condiciones de otras zonas de la polis. Ninguna hormiga sabe más que la otra, de hecho todas saben bastante poco, pero en conjunto progresan siguiendo una misteriosa partitura que todas parecen haber aprendido de memoria hace miles de millones años.

Es probable que estos insectos sólo sepan eso: interpretar la cadena secreta que describe derechos y obligaciones de las hormigas, la base de su funcionamiento comunitario, la invisible línea conectora entre la individualidad y lo colectivo.

Tal vez para nosotros sea cuestión de tiempo. Puede ser que durante los próximos miles de años, los humanos incorporemos profundamente la Declaración de los Derechos Humanos.

Esta “carta magna de la humanidad”, el guión de la película que protagoniza nuestra especie cumplirá 60 años dentro unas semanas, falgtan tan sólo unos días.

Como las grandes composiciones musicales, es una obra sexagenaria y aun se la lee joven y desafiante. Sin embargo, llegar a ser el código secreto oculto en el corazón de todos los hombres y mujeres exige renunciamientos. La declaración está para ser leída, así como nosotros los ciudadanos tenemos un bailarín individual dispuesto a dar lo mejor de sí, como lo hicieran los protagonistas del Festival de Danza local en su representación urbana. Tal vez leyendo y bailando entre todos, el hormiguero de la humanidad funcione un poco mejor.

La declaración está publicada en diversos sitios, entre ellos la página oficial de las Naciones Unidas: www.un.org. Allí se puede leer “Es nuestro deber garantizar que esos derechos se hagan efectivos en la realidad - que sean conocidos, comprendidos y disfrutados por todos, en todos los lugares del mundo. Con frecuencia, los que más necesitan que se protejan sus derechos humanos son los que también necesitan estar informados de la existencia de la Declaración - y de que existe para todos." Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas

[Tanta hormiga en esta columna tiene asidero en el libro “Sistemas Emergentes, o que tienen en común hormigas, neuronas, ciudades y software, de Steven Johnson]

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