Noviembre negro en el mercado del arte

(Publicado por la sección de cultura de La Voz del interior, en su edición del 21/11/2008)

Desde comienzos de esta década, las industrias culturales protagonizaron una escalada en su volumen de actividad económica a tal punto que varios estudios, inclusive en la Argentina, las ubicaron entre los sectores más importantes de la economía. Año a año, la cultura y sus subcircuitos (como el editorial, el audiovisual y el propio mercado del arte) fueron ganando protagonismo en el mundo empresarial a tal punto que diversos grupos inversores generaron departamentos de arte para asesorar sus accionistas.

El contexto mundial

Superado el mal trago que generara la guerra del Golfo en 1991, cuando los precios del arte describieron una picada descendente, las diferentes esferas del mundo simbólico habían conseguido fortalecerse contra los vaivenes bursátiles e inclusive, hasta mediados de este año, todo parecía indicar que la cultura se mantendría a flote, en la superficie, como las burbujas del champán.

Además de las obvias consecuencias que supone la falta de liquidez entre los bolsillos más altos del planeta, el mundo de lo cultural, que históricamente estuvo arropado por el ámbito público, comenzó a trastabillar y, borracho de éxito, no notó como la crisis global también le afectaría.

Los grandes museos de este siglo, las megainversiones y los subsidios millonarios que estaban dándole un protagonismo singular a la creatividad en todo el mundo, provenían de presupuestos regionales, nacionales y supranacionales que ahora están jadeando. Con la recesión escrita en letras de molde, todas las áreas públicas están ajustando sus iniciativas: menos envíos a las bienales, proyectos más modestos, o pocos artistas circulando por el mundo, son el resultado esperado para un 2009 donde la iniciativa privada no consigue clientes y lo público no cuenta con recursos suficientes para sostener el ritmo de antaño.

Los grandes festivales de rock, la música de cámara, así como las puestas escénicas importantes de todo el globo ven como los fondos de financiación para 2009 no permitirán iniciativas de envergadura. Los únicos que parecen leer un futuro menos trágico integran la industria editorial, pues en esa cadena de producción existe una máxima que dice “a menos ocio recreativo fuera, más lecturas en casa”.

Hoy, en el mundo del arte coinciden tres circunstancias: presupuesto públicos reducidos con una consecuente menor visibilidad, coleccionistas más preocupados por ver el comportamiento de wallstreet que por incrementar sus colecciones, y un mercado que se había inflado con dinero de especuladores que diversificaron sus ganancias, de quienes no se puede esperar ninguna lealtad.

Los primeros síntomas aparecieron el 16 de septiembre. Entonces parecía una fantasía ver al mercado londinense despedirse del banco Lehman Brothers y, en la otra cuadra, Demian Hirst cerraba ventas por mucho más de 100 millones dólares con su mediática y manoseada subasta sin intermediarios. La casa Sotheby’s se prestaba a otra confusa artimaña del artista conceptual de 43 años y, aunque sólo se oían aplausos, muchas de las operaciones fueron transacciones fantasmas del propio Hirst, o su círculo de negocios. Aunque las cifras son obscenas si se las compara con medias históricas, algo raro estaba pasando...

Poco después, a principios de noviembre, se corroboró que el mercado se había desplomado, pues la subasta neoyorkina de Christie's, hizo una pésima performance. Obras de Rothko, Renoir, Cézanne, Manet, y Klee se quedaron sin comprador. Cabe señalar que al mismo tiempo que se realizaba el remate, la Modern Tate Gallery de Londres tenía colgada una muestra de Rothko (una coincidencia que suele contribuir a que el martillo “baje más alto”) y el mismo Rothko, al igual que Renoir, cuentan con obras en la famosa lista de los diez cuadros más caros del mudo.

El revés de Christie´s vino inmediatamente después que Sotheby’s hiciera la peor subasta de la década. En esa ocasión los mozos sacaron a relucir trabajos de Van Gogh Monet, y Picasso, pero volvieron a guardarse sin conseguir candidatos para el precio base. Si quien lee esta nota tiene un puñado de millones de dólares, aproveche y compre ahora.

Los vivos sufren más que los muertos.

Los precios record alcanzados en los últimos años por creadores en vida como Jasper Johns, Lucian Freud (que con sus ochenta y seis años ya casi cambia de categoría), Hirst y Jeff Koons quedarán en el limbo de la excentricidad por un tiempo, hasta que el mercado vuelva a erguirse.

Sin apoyo estatal, con fondos especulativos en franca retirada, y una mecánica de construcción de precios que, lejos de ser snob, es caprichosa y de una lógica ilógica que nada tiene que ver con la oferta y la demanda, es probable que vengan tiempos austeros para las ferias. Menos champán y más sidra.

Crisis.cor.ar

En Argentina, donde no abundan los coleccionistas y las obras más costosas (Berni ostenta el record) nunca pasan del millón de dólares, aun es difícil aventurar un diagnóstico. Está claro que la crisis aun no ha golpeado tan duro como en Europa o EEUU (aquí, históricamente todo lo bueno demoró y lo malo llegó con forma de maremoto) pero el nefasto estado de lo público en materia de gestión de la cultura y promoción de las artes, seguramente hará mella de forma negativa.

El últmo ArteBA, y a título de opinión personal, no lució excitante como los anteriores. Sobre todo para Córdoba.

En la supuestamente docta, este año los espectáculos cortan una alarmante cantidad menos de entradas –según un productor local-, se cancelan muestras o actividades en los espacios públicos, lo independiente pierde la batalla de la subsistencia diaria, y en las secretarias de cultura de los municipios o de la provincia, hay un clima de velorio presupuestario que pareciera dirigirse a un entierro previsto en 2009.

Las artes visuales y su ínfimo mercado local ven cerrar o replegarse a las galerías, mientras los artistas –dado que no tenemos ningún Hirst- deberán seguir sobreviviendo de la docencia, ya que ventas y premios son un milagro para el que cada vez hay que rezar con más insistencia al Dios del mercado.

Qué dicen los que vende:

Al ser consultada sobre la situación local, Daniela Lamanuzzi (Corazón Corobés ) indicó que su termómetro es el mercado porteño. En su reciente paso por South Limit y Buenos Aires Foto pudo observar una gran preocupación entre las galerías “grandes” por la falta de operaciones. Un parate reflejado, inclusive, en una menor afluencia de público. Más optimista, Victor Marchiaro, siente que el achique todavía no llegó a su local de calle Belgrano. También en Buenos Aires, el galerista concretó una suculenta cantidad de operaciones y en el local se defiende con obras pequeñas, ferias y rebajas. Al mal tiempo, buenos precios.

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