Feriados: Instrucciones de uso

(Publicado por La Voz del Interior, el 16 de Agosto de 2010)

Durante un día feriado, festivo, o no laborable, el combate aéreo entre dos bolsas de supermercado planeadoras durará horas siempre y cuando los remolinos de la plaza de La Merced continúen irresueltos. En todo caso deberá interceder un perro callejero, quien oficiará de umpire al tarasconear el nylon que mejor huela, o aquel que tenga mayores reminiscencias comestibles. El cráneo de la ciudad, por su parte, estará en estado de gracia pues durante los feriados, días de merecido descanso, palomas, perros y bolsas son todo el quórum al que puede aspirar el microcentro. Nadie pisará la yerma peatonal de la 25 de Mayo o la 9 de julio, casualmente, un 9 de Julio o un 25 de Mayo.

Aunque parezca increíble los feriados obligan a las personas a actitudes tan alejadas de lo cotidiano que se están forjando su propia ensayística. Más allá de esta columna, Charles Rearick a mediados de los ochenta, y Renato Ortiz una década después, se han ocupado del tema, pensando como las fiestas cívicas han dejado de ser una celebración nacional para constituirse en lo contrario al trabajo: un descanso, una oportunidad de ocio.


Hasta hace poco tiempo, un día de fiesta -como decía mi abuela- eran una invitación a bañarnos en civismo y repensar la sociedad. En todo caso, como acontecimiento popular, la celebración nacional o local era una ocasión de posibilidades políticas para penetrar en el tejido social, particularmente el segmento trabajador. Nuestro reciente 25 de mayo con bicentenario incluido, y muchos de los 24 de Marzo (Día nacional de la Memoria por la verdad) aun preservan un mínimo de resonancia pública con efecto en nuestra identidad contemporánea. Paradigmáticamente el día de la Virgen, la Pascua, la Navidad, o el Yomkipur están perdiendo su carga mística inicial en pos de generar un espacio para cambiar la vorágine laboral por otro tipo de vorágine, practicar el mini-turismo, o el consumo estacional (huevos de pascuas, ofertas decoradas con papas Noel de telgopor y plasmas en 24 cuotas fijas).


Pero tampoco paramos demasiado nuestro mundo. Es tan marcada la tendencia al ocio, y este está tan profesionalizado y asociado al consumo que muchos negocios, en lugar de plantearse el descanso -tal vez sin reflexión, pero descanso al fin- amplían sus horarios y servicios en los días festivos. Esta maravilla socioeconómica consistente en sectores que trabajan más los días de descanso se ilustra con extensas colas de autos tratando de amontonarse en las playas de shoppings y conductores coléricos con su familia adecuadamente amontada en el interior de esos autos.


Nadie habla de San Martín este fin de semana y el 2 de abril, por ejemplo, es un feriado cercano en su incorporación a nuestra vida cívica con clarísima intencionalidad política. Es, también, una muesca reciente en la culata del arma que usamos para intentar suicidarnos como nación pero, salvo quienes tienen un familiar enterrado en ese holocausto de piedras, soberanía y soberbia, pasa por las vidas de muchos ciudadanos cada vez más desteñido.


Vale decir que feriados que no son celebraciones cívicas sino trampolines al zapping en pantuflas, o al consumo en botas y bateas, no son exclusividad de nuestro país sino una tendencia mundial de estados incongruentes que invitan a la reflexión sobre determinado suceso histórico, pero cambian la fecha para hacer fines de semana más largos. Hoy pocos hablarán del Libertador de la Patria en esta edición de LA VOZ DEL INTERIOR que se leerá mayoritariamente con el pijama estacionado al lado del mate. Ojala sea una apreciación equivocada y alguien irrumpa en la desolación esteparia de la calle San Martín recitando un réquiem por los 160 años de la desaparición del prócer caminando por la noche para arribar, lentamente, a las 00:00 del 17 de Agosto a la plaza mayor y corroborar si el General aun está o también aprovechó los tres días de receso para darse una vuelta por las sierras.-


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