Una mente en la que vivimos todos

(Publicado originalmente por La Voz del Interior en el Suplemento VOS el 24/4/11)

En la Boca los vientos hediondos arrastran a los turistas internacionales, los arrabaleros for export, y los vendedores que falsifican el portugués hacia su corazón, el nacimiento de calle Caminito. Allí, un atasco de buses con cientos de curiosos le sacan fotos a la gigante Maman (1999). Se trata de una araña de acero y bronce que pesa 22 toneladas y mide 8 metros. Es la emblemática obra de Louise Bourgeois que Fundación Proa instaló en el frente de su edificio. Todos pasan debajo de ella, entre sus patas, observando que su cuerpo esconde varios huevos. Nadie se resiste, en ningún idioma, a la fuerza colosal de este homenaje que evoca a la madre tejedora. La araña es buena, aunque matará silenciosamente a los invasores para proteger a sus criaturas en ese frágil mundo privado que es su red. Atrapados, ingresamos como los otros 2000 visitantes de un día no laborable, a una de las muestras más exitosas de la historia de Proa.

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La primera sala exhibe otra araña Spider (1997) que une el exterior con el interior. Es un ambiente lánguido y atardecido que invita a conocer desde una celda, el interior de la mente de la artista. El texto del ingreso lo advierte: ni siquiera los surrealistas llegaron a desarrollar equivalentes plásticos tan nítidos como Bourgeois simboliza el sexo, el miedo, el amor, la soledad, la familia o la muerte. Esta segunda gran araña tiene su cuerpo enrejado. Ese un nido, un hogar y trampa con un sillón listo para la sesión de terapia en su interior. El exterior está cubierto de tapices antiguos con ángeles castrados. Eran la labor que su madre hacía casi un siglo atrás, tejiendo, modificando paños para norteamericanos puritanos. Mutilaba penes y ponía flores. Vaya colección de retazos que quedo.

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La sala 2 es la más grande del edificio y exhibe casi 50 piezas. Vivimos una potente alucinación anatómica donde se suceden entrañas, falos, vaginas, glandes y úteros en materiales duros y fríos. Estos contrastan con las sensaciones cálidas provenientes del otro conjunto de piezas confeccionadas en materiales blandos y texturados. La maternidad, el amor y el sexo flotan conflictivamente en la psique femenina. La ternura de materiales como la toalla reconforta a los espectadores que, unos pasos más adelante, serán sacudidos como en un orgasmo, frente a piezas de orfebrería psicológica y pureza formal como Arch of hysteria (1993) erigida en emblema de la exposición. Se trata de la anatomía humana en estado poético, el brillo del cuerpo suspendido a la altura de nuestras ideas. Somos mentes recorriendo la arquitectura de otro pensamiento.

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Las salas restantes de la planta baja exhiben otra celda, la Red Room (parents) (1994). Un espiral de puertas iluminado silenciosamente que permite espiar su interior por las rendijas de las bisagras. Dentro encontramos la intimidad de todos nuestros padres. Es la vieja habitación de papá y mamá, austera, universal y doméstica exhibida como arte de las ideas, de los recuerdos. Más abstracto será el voluptuoso The destruction of the father (1974).

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En la planta alta del edificio hay trabajos pictóricos –seguramente las piezas menos potentes de la muestra- que ilustran sanguíneamente ciclos vitales (copulación, nacimiento, infancia, crecimiento y muerte). Lo mismo propone The reticent child (2003), una serie de objetos pequeños y simples que sintetizan un embarazo, el sueño infantil, o la tragedia de la muerte. Materiales tan disímiles como el mármol y el tul conviven con una naturalidad femenina, sencilla y poética. El fondo es una lámina de metal que integra al espectador en un juego macabro y lúdico hacia el interior de nuestros temores. Vivimos en el reflejo íntimo y frágil de una casa de muñecas regenteada por Freud. Este nivel del edificio tiene otras obras icónicas como Nature study (2002), un cuerpo de águila con varios pares de senos defendiendo un pene en una reflexión maternal y edípica. Salimos del útero de la artista, un poco exhaustos, sucios de sus fluidos mentales y nos recibe la librería de la casa donde también se exhiben más trabajos y los dos tomos del catálogo.

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“He estado en el infierno y he vuelto. Y les digo una cosa: fue fantástico”, lo dijo la autora y lo dice el visitante al abandonar el edificio, medio mareado y con la incestuosa sensación de haber estado ahí, dentro de un recinto demasiado familiar, frente a lo que proyecta su propia cabeza.-


Hija, madre, esposa. Artista

Louise Joséphine Bourgeois, nacida francesa y naturalizada norteamericana, descansa en el cementerio de las y los más grandes artistas contemporáneos. Su producción está atravesada de forma radical por un abordaje psicoanalítico del universo femenino. Nació en París, el 25 de diciembre de 1911, para llevar desde entonces el nombre y la fuerte carga de su padre, quien junto a su madre restauraba y arreglaba tapices antiguos. Capaz para el dibujo, colaboró desde muy pequeña en el negocio familiar. Douglas Coupland dice “todas las familias son psicóticas” y los Bourgeois no eran la excepción: el padre enrollado con la profesora de inglés (que enseñaba cama adentro) ignoró la agonía de su esposa. Infidelidad paterna y muerte materna marcaron una práctica artística cargada de referencias vivenciales. Con su obra en circulación, al fallecer su padre, inicia un proceso psicoanalítico que sostendría toda su vida. Entrados los sesenta, explora materiales como el plástico, el látex, y las telas. Ya viuda, en 1982 es la primera mujer que tiene una retrospectiva en el MOMA. Protagonizando grandes muestras, en 2000 inaugura la emblemática Sala de las turbinas de la Tate Modern con una intervención y la gigantesca araña de metal Maman –adquirida luego por el Guggenheim de Bilbao-. Muere en mayo de 2010, con 99 años en el DNI y la medalla de la Legión de honor en la mesita de luz.


Información:

Louise Bourgeois: el retorno de lo reprimido. Curador: Philip Larratt-Smith (fue el responsable, en 2010, de Warhol en el MALBA). Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929. Martes a Domingo de 11 a 19 ($10). Los catálogos con reproducciones y textos inéditos en español de la artista -una estudiosa de la psicología- son imperdibles e impagables.-

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